
Le crío, y de buen
ver, en custodia compartida, con mi almohada y un techo tupido a mordiscos y
pensamientos que lucen ropas blancas y oscuras.
¡Le odio! Pero le guardo al menos, y cada noche, me siento
junto a él a contemplar como poco a poco me consume y me deja en nada.
¡Necio! No sabe que el día en que me agote para siempre, él,
también desaparecerá conmigo.
Pero le quiero… forma parte de mí, y al fin y al cabo, es
por él por quien paso las noches en vela…
No hay comentarios:
Publicar un comentario