Deambulando por aquel largo pasillo escuché su llanto. Sin permiso, abrí la puerta de su habitación y entré…
Hoy, esta nueva y tardía entrada se la dedico a una persona muy especial.
Lloraba porque un “cuerdo” se atrevió a llamarla loca.
¿Qué podía hacer yo entonces? ¿Cómo conseguir de nuevo una sonrisa de sus labios?
Por mi mente volaban decenas de frases que alguien osadamente había dicho antes. Se prometía Calderón de la Barca un día que no hay loco de quien algo no pueda aprender un cuerdo. ¿Y Chamfort? Gritó a los cuatro vientos que hay más locos que cuerdos, y en el cuerdo mismo hay más locura que cordura. O Chestertón cuando aseguraba que un loco es el hombre que ha perdido todo menos la razón.
En todo caso, daba igual. No sabía cómo hacer para consolarla. Mirándola a los ojos sentía rabia al contemplar como aquella despiadada criatura había arrugado su frágil e indefenso corazón.
Curiosa es la forma en que unas simples palabras pueden hacer tanto daño. Gente, solo gente hecha de chatarra y cartón. ¿Queda alguna persona de verdad en este mundo?
Debido a los acontecimientos declaro con firmeza y públicamente mi locura. Sí, de esto estoy totalmente seguro, pues para nada quiero parecerme a aquellos que se hacen llamar cuerdos.
¡Reír, saltar, gritar, amar, sentir, llorar, cantar, soñar, enloquecer! Vivir…
No soy más que un transeúnte en la Luna y con frecuencia te añoro.
No hay cuerdo que no necesite un loco en su vida.
1 comentario:
Todos necesitamos un loc@ en nuestra vida de vez en cuando jajaja.
ainssss ese ojo que me ha gustao jajaja.
Espero tus fotos...
Besitos.
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