EL COLOR DE LA LUNA

-¿De qué color es la tristeza? Preguntó la estrella al cerezo.
- Es del color que toma el mar al acostarse el sol en su regazo. Un color azul oscuro, salvaje.
-¿De qué color son los sueños?
-Los sueños son del color del crepúsculo.
-¿De qué color es la alegría?
-Del color del mediodía, mi pequeña estrella.
-¿Y la soledad?
-La soledad es de color violeta.
-¿Y el cariño? Olvidaba preguntarte de qué color es el cariño.
-Del color de los ojos de Dios. Respondió el árbol.
-¿De qué color es el amor?
-Del color de la luna cuando hay luna llena.

ALKYONI PAPADAKI

viernes, 19 de diciembre de 2008

SUEÑOS DE INVIERNO


Escuchaba atentamente cuanto me decía, obnubilado por su presencia. Hipnotizado con el sonar de sus palabras…

Aquella mesa vacía en la cafetería fue testigo y cómplice de uno de tantos momentos mágicos que a veces nos regala la vida…

De repente, sus palabras cesaron y con ello cundió un silencio embriagador. El tiempo parecía cautivo de ese preciso instante. Alrededor, el resto del mundo giraba a un ritmo casi invisible, como detenido, como si alguien pisara el freno de algo imparable.

Magia…

Y me falto el aire. Vi sus labios, presos de aquel extraño silencio cada vez más cerca. Después, el beso. Jugoso remanso de paz. Mientras, sentía de nuevo el equilibrio del tiempo. Aquella sensación estática se había tornado en locura, como si de una montaña rusa se tratase, como el estallido del río cuando la presa no puede sostenerlo más. Los momentos a mi alrededor parecían pasar de dos en dos y al abrir los ojos, fui consciente de que el minutero, esa tarde tampoco esperaría por mí.

La miré y descubrí en sus pupilas un brillo especial, me acerque para contemplarlo mejor. Al ver en sus ojos mi reflejo, quise quedarme allí para siempre.

Hoy desperté temprano, levante pesados mis parpados y sonreí. Hoy soñé con este beso…

¡Ya estoy en casa! Últimamente son frecuentes mis escapadas, pero añoro el dibujar mis sueños en este cristal.

Esta vez el paseo ha sido muy largo, tanto como reconfortante. ¿Sabéis? En mi último viaje he vivido mil aventuras, estuve en un mundo maravilloso.

Empecé a andar por aquel sendero, no tenía ni idea de adonde llegaría, Pero no podía detener mis pasos. Poco a poco, el bosque que pisaba iba dejando cada vez más clara la luz de la mañana y a lo lejos, vi molinos. Me acerqué presuroso y me recibió un señor muy agradable, Ricardo creo recordar que se llamaba el molinero, reímos juntos y seguí mi camino hasta un pequeño pueblo costero, era precioso.

Nada más llegar, una niña llamada Alba quiso enseñarme todo aquello, había tanta luz en sus palabras… Vaya, era el perfecto turista, a mi manera, botas de campo, ropa cómoda y una mochila casi vacía que devolvería a casa llena de recuerdos.

Una calle empedrada y colmada de tiendas bajaba hasta el mar. Siempre el mar…

Por el camino, me detuve enfrente de una pajarería. El tío Poe, que gran lugar. Aunque no fue el único sitio que visité. Cuchitril fotográfico decía el cartel, en su interior descubrí un palacio.

También conocí a un brujo, me regaló un par de cuentos magníficos. Tome café en las buhardillas y descubrí sus secretos. Hasta me colé por una gatera, dentro, había más que magia.

Agotado llegue hasta el puerto, hermosísimo, sin duda un buen lugar donde descansar.

Curioso edén para la mente este sitio, mientras, cotilleaba el diario de un tal Savonarola. En fin, genialidades de un genio.

Es hora de volver, pensé, despaché al guardián con un adiós y comencé a andar de nuevo.

A mi regreso, triste despedía, hasta el año que viene querido amigo. La nieve cubría su camino, llevaba un sobrero granate y su vieja chaqueta marrón.