EL COLOR DE LA LUNA

-¿De qué color es la tristeza? Preguntó la estrella al cerezo.
- Es del color que toma el mar al acostarse el sol en su regazo. Un color azul oscuro, salvaje.
-¿De qué color son los sueños?
-Los sueños son del color del crepúsculo.
-¿De qué color es la alegría?
-Del color del mediodía, mi pequeña estrella.
-¿Y la soledad?
-La soledad es de color violeta.
-¿Y el cariño? Olvidaba preguntarte de qué color es el cariño.
-Del color de los ojos de Dios. Respondió el árbol.
-¿De qué color es el amor?
-Del color de la luna cuando hay luna llena.

ALKYONI PAPADAKI

sábado, 9 de agosto de 2008

A LA SOMBRA DE UN FAROL.


Hoy la tarde ardía. Pensaba obnubilado mil y una historias que contaros, la verdad, no hace mucho desde la última vez que escribí, pero me cuesta bastante estar callado.

Sobre una servilleta de papel apunté algunas ideas, sentado en esta mesa, a la sombra de un farol.

Tomaba un café, como siempre, fue entonces, me hallaba mirando hacia la puerta, como buscando una salida. Apareció ella.

-¿Qué haces aquí?- Pregunté desesperado y un tanto confuso a la vez.

-¿Cómo demonios te las apañas para encontrarme tan fácilmente?

Vienes a mi casa sin que nadie te invite y te acuestas cada noche en mi cama. Despiertas conmigo las siestas y te quedas al café y los bizcochos del desayuno, a veces cereales y normalmente un trago rápido para salir corriendo.

Si salgo con alguna amiga te molestas, te caen fatal mis colegas, no soportas mi trabajo, normalmente hablas mal de mi familia y tienes el valor de molestarme cuando más sosegado me encuentro.

Querida Soledad. Tomate esta entrada como una carta de despedida. Sé que no te irás, la verdad, nunca lo haces. Dicen que en pequeñas dosis eres recomendable pero yo ya me cansé de ti. Amante inoportuna que cantaba el "Gran Sabina", ¿Por qué no me dejas en paz? Enserio, ¡no te quiero!, ni siquiera eres mi tipo. Me entristece tu presencia, me agobia tu agonía, me puede tu no saber estar. Tu falta de educación, tu indiscreción y tu no guardar secretos. Eres la melancolía, la falta de fe, el vaso medio vacío y la paciencia venida a menos. La nostalgia, la imprudencia y a veces llanto tragado por intentar parecer fuerte.

Soledad… ¿Por qué?, ¿Por qué me acosas? ¿Por qué te empeñas en amarme? ¿Por qué me buscas cada tarde de verano? ¿Cada crepúsculo otoñal? ¿Cada amanecer de invierno? Regresas con las primeras lluvias de primavera y eres quien me recibe al volver de vacaciones.
Soledad, ¿por qué te fijaste en mí?

En fin…

¡ESPERA!, por favor, no te vayas. Ahora no, ya que estas aquí…

No sé, perdóname. Lo siento vieja amiga, pero llegas siempre de manera tan silenciosa… Hoy me asustaste y la verdad, no te voy a engañar, a ti no, me conoces tan bien...  ¿Sabes? Hoy no tuve un buen día.
Siéntate y pídete algo, invito yo.
¿Cómo te fue la mañana? Me temo cariño que hoy también lo pasaremos juntos. Aquí, en nuestro bar de siempre. Sentados, a la sombra de un farol.

lunes, 4 de agosto de 2008

POR FAVOR, SEÑOR CARTERO...


Email, Gmail, Hotmail, GPRS, MMS, MSN, SMS, X, Y, Z…

Al salir del "cole" caminaba rápidamente hasta casa. Nada más cruzar el umbral del portal corría hasta el buzón y estrellaba mi nariz contra el pequeño cristal que deja entrever si éste tiene correo. Cada semana, más o menos, carta de algún amigo o amiga dándome noticias sobre su existencia.

De repente, un día, la vida puso en mis manos un teléfono móvil. Pronto descubrí Internet y los servicios del correo electrónico, sin querer abandoné mi viejo cuaderno rojo, lo sustituí por esto que llaman “blogger” y los grandes libros de la historia ya están disponibles en formato digital. Hoy, solo se acuerdan de mí los banqueros y algún publicista despistado que todavía no entendió que el cesto que la comunidad de vecinos sabiamente colocó en la puerta de la calle está para algo.

Sé que parezco un viejo gruñón, no hago más que quejarme del progreso y la verdad, reconozco ser incapaz de vivir sin él. Voy a todos los lados en coche, llevo dos móviles encima, última y penúltima generación, mi memoria funciona gracias a una agenda electrónica, mi mesa escritorio está literalmente invadida por un ordenador y duermo acompañado de mptreses y cuatros.

Paradójico es el mundo al que sin querer nos estamos acostumbrando. No es que no me guste, pero debo reconocer que antes todo tenía un toque más romántico, un color más “Quijotesco”.

Busqué en el altillo del armario, ¡seguía allí!, una caja de zapatos donde guardo todas las cartas que un día recibí, Pensando en ti se me ocurrió empezar esta pero… La verdad, hace tanto tiempo que no escribo que apenas recuerdo como se hacía. He decidido que será de la manera más tradicional. Sé que así, al menos, no podre equivocarme. En fin, unas gotas de mi colonia que supongo ya habrás notado te recordarán a mí y sabrás, que efectivamente, esta carta es mía. Letra clara y legible, difícil en mi caso, lo siento, espero que no te sea duro leer lo que escribo y lo más importante, mucho cariño en cada palabra.

4 de agosto de 2008
Querida Jordana:
Hoy, al despertar, recordé tu olor, junto a mi almohada sonreí con la imagen que guardó mi memoria la última tarde que estuvimos juntos.
¿Sabes? Te echo de menos, y es posible que…

viernes, 1 de agosto de 2008

SIN PAPELES


El pasado lunes recibí una carta.

Me la hacía llegar la Agencia Estelar de Transportes.
Remite: Oficina Central del Cosmos.
Hoy escribo desde lo más profundo de mi indignación.
Decía así:
Estimado Sr. Fernando Arroyo Domínguez.
El motivo de ésta carta es para comunicarle que sus deseos están saturando la sección estelar de objetos perdidos y que al plazo de diez días se procederá a destruirlos completamente por el buen funcionamiento del sistema.
Reciba un cordial saludo.
O.C.C. Oficina Central del Cosmos.
¡SERÁ POSIBLE!
Claro que ahora lo entiendo todo, tantos años de mi vida pidiéndole deseos a las estrellas fugaces. Tantos años con la misma incertidumbre. ¿Dónde van todos esos deseos que pide la gente? ¿Quién se encarga de administrar todas las peticiones? Tantos años y ni una sola respuesta, ni un solo deseo cumplido. Sí, ahora lo entiendo todo…
Con las mismas llamé por teléfono a la oficina de atención al cliente para que me explicaran dónde estaba el problema.
Más de quince minutos escuchando musiquita y pasándome de un departamento a otro. Al final, al aparato, una chica, bastante agradable la verdad, me explicó cuál era la raíz del problema. El día que yo nací había huelga de funcionarios. Alguien traspapeló mi ficha y a día de hoy no estoy en ningún registro.
Ya veis. Soy un ilegal del cosmos…
Al menos tiene solución. Ayer escribí una carta a la Central para actualizar mi base de datos.
Estoy sentado, mirando al cielo esperando que pase una estrella fugaz para poder enviarla, espero no tardar mucho en verla. Me han dicho que en agosto cogen vacaciones allí arriba… No sé, aun tengo esperanzas de poder solucionarlo.
Se despide con afecto. Un hombre al que nunca se le cumplieron sus deseos.